jueves, 9 de febrero de 2017

Los indecisos y el proceso electoral ecuatoriano


Este ensayo plantea algunas ideas acerca del rol que juegan los indecisos en un proceso electoral. Luego de plantear algunas ideas generales en torno a la racionalidad que se encuentra de por medio ofrezco algunas ideas que podrían ayudar a descifrar el escenario electoral ecuatoriano. Finalmente, presento algunos posibles escenarios respecto al proceso electoral que ahora mismo vive el Ecuador.
Introducción (o por qué comprar zapatos se parece a decidir por quién votar)
Juan desea comprar un par de zapatos. Para ello visita un centro comercial en el que al menos tiene cinco o seis opciones de precios, calidad, etc. Al final, Juan decide comprar los zapatos que más se adecúan a sus necesidades. Aunque nunca encontrará exactamente los zapatos que quiere (porque ello implicaría que el mismo los elabore), está a gusto con los que adquirió. A día seguido, Luis se embarca en la misma empresa: comprar un par de zapatos. Conversa con Juan y visita el mismo centro comercial y los mismos almacenes de zapatos. A diferencia de Juan, Luis no ha terminado de decidir entre dos opciones que le agradan. Luis valora las diferencias y similitudes entre unos zapatos y otros pero no termina de resolver su conflicto. Al menos tiene claro que, luego de valorar el amplio espectro de ofertas, entre esas dos opciones y no en las otras están sus nuevos zapatos. Luis, por tanto, es un comprador indeciso.
El proceso de toma de decisiones de Juan y Luis respecto a sus zapatos es similar al de los votantes en un proceso electoral. Algunas personas saben por cuál candidato van a votar porque sus propuestas (también denominadas plataformas electorales) se asemejan a lo que ellos desean y piensan que se debe hacer para el bien del país. Otras personas consideran que ninguno de los candidatos propone nada que se asemeje a lo que ellos quieren; por tanto, han decidido anular su voto. Este sería el caso de Pedro, amigo de Juan y Luis, que desea unos zapatos que incluyan varios colores y que tengan luces que se encienden al caminar. Puesto que en ninguno de los almacenes le ofrecen algo parecido a lo que quiere, su decisión es no comprar nada. Todo ello luego de vociferar por la falta de variedad en la oferta. Finalmente está la persona que cree que lo ofrecido por todos los candidatos son buenas opciones por lo que cree que con cualquiera que gane va a estar en una mejor posición. Este es el caso del voto en blanco. Este sería también el caso de Lucía, quien no va al tono de la moda y lo único que le interesa es un par de zapatos. De hecho, prefiere indicar su talla a sus amigos Juan, Luis y Pedro y les pide que le compren calzado pues le da igual. 
Los indecisos y las elecciones
Dejemos de lado a los votantes que se comportan como Juan, Pedro y Lucía pues ellos tienen claramente definido por quién van a votar o bien han decidido no votar por ningún candidato (nulo) o por todos (blanco).  Nos concentramos, por tanto, en aquéllos votantes que, como Luis, no saben cuál es la mejor opción o al menos la que de mejor forma se asemeja a lo que a ellos les interesa (a sus preferencias, dirán los economistas). Un punto clave aquí es que el indeciso sí desea votar y además tiene algunas opciones en mente, al igual que Luis y sus zapatos, pero su dilema cognitivo se encuentra en descifrar cuál de esos candidatos es el que más se acerca a su opinión sobre cómo se debería manejar la economía del país, la forma de relacionamiento de los políticos respecto a las instituciones o el tipo de valores que la sociedad debe asumir como propios (v.g. la posición respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo, la capacidad de las mujeres para decidir sobre su cuerpo en torno a decidir abortar o no, etc.)
Visto desde otra perspectiva, si bien los indecisos tienen algunas candidaturas que les agradan y que buscan identificar cuál de ellas es la mejor (lo que se conoce como establecer un orden lexicográfico de preferencias) también tienen certezas respecto a aquéllos candidatos por los que abiertamente no votarían. Este elemento de juicio se torna más interesante en escenarios electorales como el ecuatoriano en el que existe cierta polarización entre las plataformas de los candidatos. De hecho, los datos que en relación al posicionamiento ideológico o a la idea de cambio/mantenimiento de determinadas políticas públicas (lo que los politólogos dicen statu quo) ofrece el portal www.vitrinaelectoral.com dan cuenta que existen marcadas diferencias entre unos candidatos y otros. Para nuestro beneficio, este rasgo del proceso electoral permite identificar de forma más clara cuáles son las tendencias de los indecisos y a partir de ello diseñar algunos posibles escenarios.
Un primer grupo de indecisos lo conforman aquéllos que si bien tienen reparos con el desempeño de la “Revolución Ciudadana” tampoco consideran que los fracasos han sido más que los éxitos. No obstante, tienen objeciones en cuanto al manejo de la política, la economía o la relación entre estado y sociedad. A la vez, no votarían nunca por las opciones que buscan orientar la economía hacia el libre mercado (las de derecha en el eje económico). Por tanto, Lasso, Viteri o Bucaram no son parte de su abanico de opciones. Este grupo de indecisos está en la disyuntiva entre ratificar cuatro años más a Alianza País, vía Moreno, o votar por una opción de cambio no tan radical, como sería la de Moncayo. Los dos debates presidenciales y los escándalos de corrupción de los últimos días habrían abonado a favor de que este grupo de indecisos termine definiéndose por la opción del cambio.
Un segundo grupo de indecisos lo conforman quienes nunca votarían por la continuidad de la “Revolución Ciudadana”. Este grupo tiene preferencias más radicales por el cambio por lo que la opción de Moncayo les resulta “tibia”. Su voto estaría entre Lasso y Viteri. Puesto que ambas candidaturas son similares en cuanto son de derecha económica y de conservadurismo en lo valórico, los indecisos tienen dificultades para resolver su ejercicio cognitivo. Como todo actor racional requieren de mayor información para decidirse y por ello preguntan quién va en segundo lugar. Aunque este voto sería estratégico en el sentido de apostar al candidato ganador (en caso de existir segunda vuelta, desde luego) también hay un voto sincero pues, independientemente de por cuál de ellos decidan votar, hay una cercanía entre  lo que propone el candidato y lo que el votante desea. En este grupo hay más incertidumbre que en el anterior por lo que lo que los candidatos hagan o digan en estos días será clave para la decisión final del electorado.
Los escenarios
Parto del supuesto de que el total de indecisos en Ecuador bordea el 30-35% según la mayoría de encuestadoras. De otro lado, asumo los dos grandes grupos ya mencionados. Respecto al primer grupo de indecisos (Moreno o Moncayo) me parece que aquí la población electoral es menor. La razón es simple: Alianza País tiene un voto cautivo importante que sería prioritariamente el que han marcado la mayoría de encuestadoras: entre 25 y 30% del electorado. Por tanto, quienes no están seguros de votar por Moreno serían minoritarios en este conjunto de electores. A la par, por las razones expuestas (debates y escándalos de corrupción) muchos de esos indecisos terminarían votando por Moncayo. Así, aunque Moncayo le resta votos a Moreno no son tantos como para que Moreno deje de pasar a la segunda vuelta ni le alcanzarían a Moncayo para llegar a esa instancia.
El segundo grupo de indecisos, dado que sus preferencias son muy cercanas a las de Lasso y Viteri, están a la espera de alguna señal que incline la balanza a favor de uno u otra. No sólo las propias declaraciones de los candidatos podrían ser determinantes sino también la opinión de las encuestadoras o el rol que pueda jugar el propio gobierno (pues no les da lo mismo disputar la segunda vuelta electoral con Lasso o Viteri). Este grupo tiene mayor impacto sobre el resultado final pues al ser opositores a Alianza País está integrado por un caudal de votos más grande que el que se disputa entre Moreno y Moncayo. Aquí está, por tanto, la masa electoral que definirá lo que puede suceder la noche del 19 de febrero. En otras palabras, mientras Moreno tiene su votación casi definida y Moncayo puede crecer algo más, Lasso y Viteri dependen de estas dos semanas para definir su votación final.
Los indecisos son tan importantes ahora (sobre todo los que deben dirimir entre Lasso o Viteri) pues a partir de allí se pueden identificar algunos escenarios. El primer escenario se daría si un hecho específico desencadena que Lasso o Viteri reciban el mayor caudal de votos. Allí existiría la posibilidad de una segunda vuelta electoral frente al candidato oficialista. El segundo escenario se verifica si la indecisión se mantiene hasta el día mismo de las elecciones y, por tanto, la masa de votos se distribuye entre Lasso y Viteri. En este caso los dos incrementarían su votación pero a ninguno le alcanzaría para llegar a segunda vuelta pues algunos indecisos terminarán votando nulo. Este es el escenario en el que los dos pierden (y que tiene relación con la dinámica de confrontación pura a la que la teoría de juegos ha denominado el “juego de la gallina”). Un tercer escenario, menos probable, es que un hecho insólito suceda y afecte a ambos candidatos de forma tal que los indecisos decidan girar su voto hacia Moncayo. En ese caso, una opción es la segunda vuelta Moreno - Moncayo y la otra es el triple empate en el segundo lugar (Moncayo-Lasso-Viteri) y la victoria de Alianza País sin necesidad de balotare.
Como vemos, el escenario político marcado por la polarización relativa y las reglas electorales (40% de votos válidos y 10 puntos de diferencia respecto al segundo para ganar en una sola vuelta) confluyen para que las elecciones que nos prestamos a observar estén llenas de expectativas e incertidumbres. A diferencia de otros procesos electorales, en esta ocasión los indecisos tendrán mucho más que decir y aportar al resultado final. Al igual que la decisión final que tome Luis respecto a sus zapatos le afectará en cuanto a la comodidad para caminar, el voto del grupo de indecisos puede marcar el futuro inmediato de todo un país.